domingo, 6 de enero de 2013


Historias minimas II

Me llamó Manolo la semana pasada. Me dijo que iba a estar en casa a la noche y como cada vez que cae hay que cancelar cualquier plan, cualquier cita y a cualquier invitado. Por que la verdad es que sólo necesita apoyar el culo en la silla, un plato cargado y unos fernets para empezar con la catarata de anécdotas. La verdad  que el Manolo  es un contador fantástico, se para, actua, hace voces, revolea los brazos. Un histriónico. Y vos viste que las anécdotas, como el buen escocés, con el tiempo mejoran.

Me dice “Como me voy a olvidar cuando fuimos a San Pablo por la Libertadores. Que viaje de locura loco, quemaban micros en la ruta te acordás?”  Yo siempre le digo que no para motivarlo.  “Si, boludo! Si  te conté” me dice “Unos presos que se habían escapado de la carcél. Se amotinaron al costado de la ruta, se atrincheraron ahí y te liquidaban.

 Yo fui con el Gallo ¿Te acordás del gallo? Se agarró un pedo con fernet que no se agarró en su vida el hijo de mil… Bueno así que al Gallo lo perdí de entrada, pero el resto del viaje …Como me olvidar de ese hotel  ¿Te acordás? que te dije que tenia una timba al lado?...Que locura…lleno de trolas y negros con trajes de colores paseando por enfrente del edificio. Los negros caminaban con los brazos laaaargos asi hacian asi  mirá” Y se para Manolo y camina como un mono, casi arrodillado para que los brazos (que balancea exagerando) le queden a la altura del piso “Bueno así aparecio el Corintiano, era el sobrino del dueño del hotel creo, y traía minas que daba calambre. El pendejo se volteaba todo ahí adentro, así que le pedimos la gauchada y se armó ahí adentro. Y de ahí salío este ” Levanta la copa, brinda al aire, mete trago y rié. Mira a su costado y enfoca en Sebastián,  Manolito  le decimos nosotros. Tiene 7 añitos y es igual a la madre. El pelo mota y los ojitos blancuzcos saltones lo delatan como brasilerito. Pero es bien argento y bien pincha.

El Manolo me vuelve a buscar con la mirada y larga la de siempre “Salió igual la madre …el muy hijo de puta” y se caga de risa hasta las lágrimas. Dice que se acuerda de la mina cuando lo ve al pibe y que con ella no hablo más. Al pibe lo trajeron los abuelos en una viaje relámpago y se lo dejaron para siempre. Nadie se lo reclamo. Y hoy los recuerdos felices de San Pablo le afloran cada vez que lo mira a los ojos.

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